Las ocasiones sociales varían: las hay desde pequeñas reuniones confortables, como una cena con amigos, hasta grandes celebraciones donde uno se siente intimidado por las multitudes. Cada una de esos encuentros es diferente, pero las bases de la conversación son las mismas: sé abierto, encuentra un tema de interés común con tus acompañantes, y siempre, escucha. Continúa leyendo y conoce más…
- Escoge un tema que atraiga a mayorías. Esto hará que todos tus invitados o los implicados en la conversación tengan una opinión al respecto. Evita tópicos donde sólo algunos de los invitados van a ser los expertos, ya que los que no son te harán huelga. Un tema muy obvio es la plática de las compras, por ejemplo. Por otro lado, si entre los invitados a una reunión hay cuatro parejas y los respectivos maridos trabajan en la misma firma de abogados, una vez que ellos hayan empezado hablar de la oficina, esto puede ser penoso para las esposas, que no conocen o no les interesan los problemas diarios de esa firma.
- Solicita opiniones. No sólo ofrezcas tus opiniones propias. Realmente serás recordado como un gran conversador si preguntas el punto de vista de los que tienes a tu alrededor. Aún en un tema en el que seas experto siempre pregunta “y tú, ¿qué piensas?”. Es vital escuchar. Siempre.
- Asiste a la persona más tímida del grupo. Quédate pendiente siempre a mantener a tus invitados a ambos lados tuyo participando en una mesa de conversación, especialmente a aquellos que te parece que no se integren fácilmente.
Si una persona a tu izquierda parece tímida, pero el invitado de tu derecha es extrovertido y entusiasta, pon especial esmero de interesar en los temas al que se encuentra a tu izquierda. Asiente con la cabeza hacia ellos si hay la necesidad de aprobar lo que dicen. Si preguntas “y tú, ¿qué piensas?”, rápidamente la persona tímida se verá involucrada en la conversación. Otra idea es sacar un tópico del que tengas la certeza de que la otra persona tiene conocimientos. Si por ejemplo, la conversación es sobre educación, puedes decir: “esto me recuerda que tu hija está estudiando ingeniería en Santo Domingo, ¿cómo le va?
- No monopolices la conversación. Un peligro serio en una conversación es adentrarte tanto en la misma que la llegues a monopolizar, convirtiéndote de un conversador encantador a un aburrido. Da a los que están en la conversación la oportunidad de exponer de igual manera y no sientas la necesidad de incluir cada detalle de la historia que cuentas. Esto es lo que la gente hace después de expresarte: “para hacerte el cuento más corto…”. Cuando se escucha esta frase la gente se prepara para una larga conversación. Lo mejor es que expreses tus propias historias de manera corta; la mayoría de las personas que integran el grupo, estarán contigo mientras hables con brevedad. Hablar en demasía no da una impresión favorable a tu interlocutor, sino que dañas la impresión que quieres causar. Quien habla mucho, en la opinión de otros, paga un precio muy alto: pierde cierto grado de credibilidad.
- Aprende a iniciar la conversación y a recabar información. Las preguntas como “qué tal si…? son un camino seguro para empezar una conversación social o recabar información en un receso. El número y tipo de preguntas como estas no tiene límite y puedes siempre relacionarlas con las últimas noticias o con lo que piensa la gente en ese momento. Una pregunta formulada así atrae la atención de cualquiera; es la que acorta la distancia entre las líneas generacionales, en lo educacional y en lo social. Si la conversación está desarrollándose bien, olvídate de las preguntas de este tipo, pues los que en una conversación se dan cuenta que esta empieza a estancarse y hacerse aburrida, como se trata de que todos estén juntos, girarán hacia el “¿qué tal si…? para revivir los ánimos. Por cierto, siempre que lances el que tal si no significa que debas apagar la chispa dentro del grupo con el que dialogas.
- Pon atención al arreglo físico. Los anfitriones de mucha experiencia saben entretener a sus visitas con arte, casi como si fuera una ciencia: consideran todo, desde el color de las flores hasta el arreglo del mobiliario. El modo de adecuar y hermosear el lugar donde se vaya a estar corresponde a la forma en que los invitados también se sentirán. Es importante que tus invitados sientan familiar el espacio, o incluso, lo perciban como un lugar en el que ya han estado alguna vez.
PhD. Lucivel Avila