“Tolerancia cero no sólo a la violencia en sí, también al discurso machista”

Palabras, silencio y discurso

No solo algunos periodistas ignoran la forma correcta de informar sobre los casos de violencia machista. El ciudadano común, que domina aún menos estos códigos, en posible respuesta a lo aprendido por difusión mediática y bajo el amparo del llamado periodismo ciudadano (con canales de comunicación como las redes sociales) también suele aludir a las situaciones violentas de otros sin respeto, consideración, humanismo y empatía, de modo peyorativo en general, y haciendo más mal que bien.

La palabra tiene poder, y mientras más se repite una mentira o planteamiento erróneo mayor es su parecido con una verdad.  Y va tomando más fuerza ese discurso machista. Por eso, es fundamental que la sociedad identifique cuándo los medios lo hacen mal y que, por su parte, exista un compromiso de tolerancia cero con el maltrato. La ciudadanía debe sumarse.

Como base para lograr esto, los periodistas tendrán claro que: no mueren, las matan; el maltratador no es un santo ni un héroe; el agresor no es la víctima, lo es ella; los agresores no son monstruos ni enfermos; ella no tienen por qué ser quien únicamente denuncie, también lo puedes hacer tú; aunque sea su pareja, aquello no es una relación sexual, sino violación o abuso sexual; la maltratada no deja la relación no porque no quiere, es que no sabe cómo hacerlo… y un largo etcétera de aclaraciones que urge sean asumidas. Así va cambiando la cultura desde la fuente informativa a la cual muchos le merecen confianza y credibilidad.

En la cultura de la violencia existen estructuras ideológicas y estereotipos que la sustentan, basándose en la desacreditación de la víctima y la ausencia de responsabilidad y crítica sobre el agresor. Comentar en una conversación entre amigos, escribir en una noticia o cuestionar en una tertulia el comportamiento de la víctima, su forma de vestir, su reacción o si había bebido alcohol o no, forma parte de ellos.

Debemos comprometernos a no dañar a las víctimas del machismo desde lo que escribimos, tanto los profesionales del periodismo como las audiencias (sobre todo en redes sociales) y decimos. Podemos firmar manifiestos en contra de la violencia machista cargados de motivos más que justificados y compartir en redes sociales los 24 de noviembre un emotivo mensaje, pero en la cotidianidad somos responsables de las fuentes informativas que escogemos y de a quién le damos voz.

Como lectores, radioescuchas y televidentes es preciso hacer un consumo crítico de la información que nos llega, de esa que huele a distancia, a abuso, a machismo absoluto, lo diga quien lo diga, sea hombre o mujer.

Vía | Zona E

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