La televisión como instrumento mediático en la política

La televisión es un medio de gran poder persuasivo y su inmediatez proporciona efectos a muy corto plazo. Por tal razón, aun en la época actual, es el medio más poderoso de la comunicación política, al punto de que las relaciones entre líderes y seguidores se caracterizan cada vez más por su impronta mediática, con el predominio rotundo de la televisión.

Aunque otros medios con más antigüedad tienen una cantidad importante de consumidores, ninguno como ella ha logrado tocar fibras tan íntimas en sus públicos. De las múltiples características mediáticas de la televisión, además de su condición de directa y simultánea, es preciso destacar algunas que la han hecho especialmente relevante respecto a la política:

Audio visualización: en la década del 20, del siglo pasado, ya la promesa de hacer llegar mensajes de voz a millones de personas simultáneamente había sido cumplida por la radio, así que la televisión tenía otro reto: dotar a esos mensajes de imágenes. El formato audiovisual fue el que hizo que la televisión calara en el gusto popular, desde su invención en la segunda década del siglo pasado hasta la actualidad.

Las acciones y pensamientos de las sociedades contemporáneas están influenciadas por la televisión, gracias a que las imágenes tienen un mayor peso en la persuasión que las palabras. En general, al elector le gusta “ver” hablar a sus candidatos, en especial si es a sus líderes.

 

La visibilidad mediática es una de las principales condiciones para afectar positivamente al electorado y la televisión es el medio por excelencia para ello. Desde aquel primer debate televisivo entre Nixon y Kennedy, en 1960, hasta hoy, este medio es considerado una herramienta electoral de uso obligatorio en la comunicación política.

Sensación de cercanía: como medio de comunicación masivo, la televisión es el más cercano, puesto que se establece un vínculo con el público. Algunas personas la consideran incluso como “compañía”, papel que desempañaba la radio.

La televisión crea una ilusión de contacto directo y verla se incluye en los quehaceres diarios de una considerable cantidad de personas. Hoy por hoy sigue siendo uno de los pasatiempos favoritos de las personas.

En torno a la figura de la televisión y a sus contenidos se van articulando toda una serie de rutinas diarias, de tal manera que, en muchas ocasiones, el tiempo se organiza y se concibe utilizando como referencia la programación televisiva. Es más, el televisor se instala en el marco de la cotidianidad familiar más inmediata, donde parece realizar funciones particulares.

Credibilidad: los televidentes van creando una relación muy cercana con los periodistas/presentadores y programas de televisión, los cuales les nutren la mente con sus imágenes y temas. Es tal la incidencia de este medio que la mayoría de las personas consideran importante, bueno y válido lo que ven a través de él.

Todo tiene valía o renombre en función de la cobertura televisiva. Esa credibilidad que posee la convierte en una fuente de información incluso cuando de tomar decisiones se trata.

 

Emotividad: la televisión es un medio promotor y productor de mensajes eminentemente emotivos, en su mayoría; ella transmite más fácil y eficazmente las emociones que los conceptos.

Este hecho hace que el medio, dadas sus características de comunicación, convierta el escenario político en un espectáculo, puesto que los emisores no se preocupan ya por la construcción del contenido del mensaje sino por la producción de un personaje que le sea atractivo y convincente a la gente.

He aquí la inclusión de la imagen como estandarte de la persuasión política mediante la televisión. Está demostrado cómo el mero hecho de ver los rasgos de un político por televisión induce un efecto inmediato, positivo o negativo, en muchos telespectadores.

Posicionamiento de imagen: la televisión posibilita que el candidato sea conocido y analizado por el electorado de manera directa, por lo que debe competir en dialéctica y en imagen frente a los miles de electores que se encuentran en sus casas. Ese escenario multitudinario exige de los políticos un esmerado cuidado en su preparación respecto al fondo y a la forma, en lo intelectual y en lo trivial, en lo real y en lo aparente.

Publicado en Listín Diario

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